La pesca por arrastre produce daños en los cables submarinos que facilitan las comunicaciones. Cuáles son las propuestas para mitigar este problema.

Por Agustín Barletti

Cerca de 1,4 millones de kilómetros de cables submarinos activos surcan los lechos marinos del planeta para facilitar las comunicaciones telefónicas y vía Internet. El problema es que los buques pesqueros que practican la pesca por arrastre, muchas veces los arrancan generando graves problemas. También sucede lo mismo con las anclas de otras naves mercantes.

La noche del 14 de octubre de 2022, el director general de Shefa, filial de Faroese Telecom, recibió una llamada de uno de sus técnicos: Había una avería en el cable que conecta Shetland, un archipiélago a 160 kilómetros de la costa de Escocia, con las Islas Feroe. Días más tarde, justo después de la medianoche del 20 de octubre, Pall Hojgaard Vesturbu recibió una segunda llamada: Otro cable entre las Shetland y el Reino Unido estaba dañado.

Juntas, las roturas interrumpieron gravemente las comunicaciones telefónicas y por Internet en las islas e impidieron a los comercios aceptar pagos con tarjeta de crédito durante un día.

Según datos de 2021 del Comité Internacional para la Protección de los Cables, alrededor del 60% de las interrupciones son causadas por equipos utilizados para pescar bacalao, lenguado, calamares y otras especies que habitan en el fondo marino, o por anclas arrastradas por el lecho oceánico

Conforme un artículo publicado por Bloomberg Businessweek, las empresas responsables de los cables dicen que proporcionan mapas gratuitos de sus redes, lo que debería ayudar a los buques pesqueros y de transporte marítimo a mantenerse alejados. Pero los pescadores se quejan de que la rápida expansión de las infraestructuras marítimas – cables, oleoductos e instalaciones eólicas marinas – está ocupando un precioso espacio oceánico y amenazando sus puestos de trabajo. 

En 2008, unos 75 millones de personas se quedaron sin Internet en Oriente Próximo y la India después de que el ancla de un barco se llevara por delante un cable mientras intentaba atracar con mal tiempo frente a la costa de Egipto. 

En 2016, un barco arrastró por error su ancla por el lecho marino del Canal de la Mancha y cortó los tres cables principales de Internet que conectan las islas de Guernsey y Jersey con el continente.

En promedio, los cables submarinos sufren averías unas 200 veces al año, la mayoría por daños accidentales. 

Arreglar un cable implica llamar a un buque de reparación -normalmente uno de una flota compartida por varias empresas como parte de un acuerdo de mantenimiento- para que navegue hasta el lugar aproximado, busque el cable roto con vehículos submarinos no tripulados, lo saque a la superficie, empalme una nueva sección y lo devuelva al lecho marino. El costo ronda entre los U$S 250.000 y u$s 3 millones porque varía en función del tiempo que se tarde en llegar a la sección dañada, la profundidad del cable y la dureza del mar. En el proceso, el operador del cable también investiga la causa, con la vista puesta en a quién podría demandar.

Los barcos europeos de más de 49 pies de eslora están obligados por ley a transmitir su ubicación en todo momento, pero algunos patrones desactivan su equipo de seguimiento, conocido como sistema de identificación automática (AIS), para evitar avisar a otros sobre caladeros lucrativos o, en algunos casos, para enmascarar actividades ilegales.

Para mitigar en parte esta problemática, una solución propuesta sería tender los cables cerca unos de otros en canales específicos para que los barcos no tengan que navegar por un laberinto de fibra óptica. Pero tener todos los cables en un mismo lugar aumenta el riesgo de que se los lleven todos de golpe.

Fuente: Transport & Cargo, El Cronista