Cada año, la Antártida pierde aproximadamente 150 mil millones de toneladas de hielo, lo que no solo eleva el nivel del mar, sino que también reduce la presión sobre la corteza terrestre. Este fenómeno, comparado con quitar la tapa de una olla a presión, permite que el magma bajo la superficie se expanda, aumentando el riesgo de erupciones volcánicas.

Investigaciones recientes lideradas por la geoquímica Allie Coonin, de la Universidad de Brown, revelan que la pérdida acelerada de hielo, impulsada por el cambio climático, podría desencadenar un efecto dominó de actividad volcánica subglacial, amplificando el derretimiento y complicando aún más el panorama climático global. Bajo la capa de hielo de la Antártida se oculta un peligro latente: más de 100 volcanes dormidos que podrían despertar con consecuencias devastadoras.

El estudio destaca un alarmante ciclo de retroalimentación: la pérdida de hielo incrementa la actividad volcánica, mientras que las erupciones generan calor que erosiona la capa desde abajo, acelerando el derretimiento. Este proceso podría mantenerse activo durante siglos, incluso si logramos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

A diferencia de las erupciones visibles en la superficie, las erupciones subglaciales quedan atrapadas bajo kilómetros de hielo. Aunque invisibles, sus efectos son igual de preocupantes. El calor liberado desgasta lentamente la capa de hielo, mientras el dióxido de carbono y el vapor de agua liberados desde el magma aumentan la presión, favoreciendo nuevas erupciones.

La Antártida Occidental, particularmente vulnerable debido a su tamaño y características, es el punto más expuesto a este fenómeno. Aunque los modelos climáticos actuales consideran el impacto del calentamiento global, el factor volcánico ha sido, hasta ahora, un tema desestimado.

Los hallazgos, publicados en noviembre de 2024 en Geoquímica, Geofísica, Geosistemas, resaltan la necesidad de incluir estos procesos en los modelos climáticos. Según los investigadores, comprender este mecanismo es crucial para anticipar los efectos del cambio climático a largo plazo.

El deshielo masivo, paradójicamente, está dejando a la Antártida «más verde», pero el costo global es inmenso. Cada tonelada de hielo perdido desestabiliza el equilibrio del continente y contribuye a un aumento del nivel del mar con impactos devastadores en comunidades costeras de todo el mundo.

Aunque el despertar de estos volcanes parece un problema a largo plazo, los expertos advierten que el reloj ya está en marcha. Comprender y monitorear las interacciones entre el hielo, el magma y la corteza terrestre es vital para mitigar los riesgos y preparar estrategias que frenen este ciclo destructivo.

Aunque el despertar de estos volcanes parece un problema a largo plazo, los expertos advierten que el reloj ya está en marcha. Comprender y monitorear las interacciones entre el hielo, el magma y la corteza terrestre es vital para mitigar los riesgos y preparar estrategias que frenen este ciclo destructivo.

El silencio bajo la inmensidad blanca de la Antártida puede parecer tranquilizador, pero los científicos alertan: no debemos ignorar el poder dormido que yace bajo el hielo. El futuro del planeta depende de cómo enfrentemos esta grieta volcánica antes de que sea demasiado tarde.

Referencia de la noticia: A. N. Coonin, C. Huber, J. Troch, M. Townsend, K. Scholz, B. S. Singer. Magma Chamber Response to Ice Unloading: Applications to Volcanism in the West Antarctic Rift System. AGU, 2024.