A pesar de haber sido ordenada por ley, la canalización del Arroyo Medrano nunca se concretó. En la actualidad el arroyo se encuentra entubado y sus aguas contaminadas.

Por Juan Marcelo Gavaldá (*)

La Constitución Nacional de 1853-1860 encomendó al Congreso Nacional promover la construcción de canales navegables. En ese contexto, en noviembre de 1889, mediante la sanción de ley 2.676, se autorizó a la firma Wenceslao Villafañe y Compañía, para construir un puerto de abrigo en el Arroyo Medrano y un canal de navegación que, partiendo desde de la desembocadura del Arroyo Medrano, finalizaría en el Paso de las Piedras en el Riachuelo de Barracas.

La idea era que, al norte de la boca del Arroyo Medrano, entre la boca del arroyo y la Estación Rivadavia del Ferrocarril del Norte (hoy Línea Mitre), se construyera un puerto de abrigo, con los talleres indispensables para composturas y carena de buques. 

En la misma ley se declaró de utilidad pública a los efectos de la expropiación, por cuenta de la empresa y con sujeción a las leyes de la materia, a todos los terrenos necesarios para los canales y demás obras. Asimismo, se fijó un ancho en toda su longitud, de 136,80 metros, que comprendía en esta extensión los terrenos para los canales, ribera y avenidas. Todos los gastos de conservación de los canales, puertos, puentes y el empedrado en toda la extensión quedarían a cuenta de la empresa constructora y una vez concluidas las obras, éstas serían entregadas al servicio público por secciones.

Mediante la canalización del Medrano se proponía la navegación de sus aguas para el transporte de mercancías de todo tipo.

Al igual que lo sucedido con la canalización proyectada para el Arroyo Maldonado, las obras previstas nunca comenzaron, como consecuencia de la crisis económica que padeció el país en 1890 durante la presidencia de Juárez Celman.

En ese entonces, las aguas del Arroyo Medrano corrían a cielo abierto y atravesaban el Parque Saavedra, para continuar por la actual traza de las avenidas García del Río y Comodoro Rivadavia, en dirección hacia el Río de la Plata.

En 1907, en las proximidades de la desembocadura con el Rio de la Plata, se fundó el Club Náutico Buchardo y para los años 20, un grupo de pescadores, fundó la Sociedad Deportiva Pasatiempo (hoy Club Náutico Gral. Don José de San Martín). 

Ambas instituciones estaban destinadas a la práctica de la navegación a vela, pero, el posterior entubamiento del Arroyo Medrano y la construcción de la Avenida Lugones, las privó de su preciada salida hacia el Rio de la Plata y determinó su mudanza hacia San Isidro, subsistiendo únicamente en Núñez, una sede social del Club Náutico Buchardo, pero destinada a la práctica de otros deportes.

En la actualidad, solo el último tramo del Arroyo Medrano corre a cielo abierto entre la Avenida Lugones y la desembocadura con el Río de la Plata, sobre el cual vuelca sus oscuras, espesas y contaminadas aguas, en perjuicio de quienes salen a navegar desde la Bahía de Núñez.

De haberse cumplido con lo dispuesto en la Ley Nacional 2.676, el paisaje de los barrios porteños de Núñez y Saavedra estaría atravesado por un hermoso boulevard con un canal de navegación surcado por embarcaciones de todo tipo.

Al igual que los proyectos del Canal de Navegación del Norte y de la canalización del Arroyo Maldonado, el Medrano es otro testimonio más de una Argentina que pudo ser y no fue.

(*) Abogado, Doctor en Derecho y Profesor en Ciencias Jurídicas. Docente Universitario. Miembro Adherente del Instituto Nacional Browniano.

Fuente: Transport & Cargo, El Cronista