El gobierno peruano decretó una emergencia ambiental de 90 días para combatir “efectiva y sosteniblemente” el desastre ambiental causado por el derrame de petróleo. Es uno de los desastres ecológicos más grandes de todos los tiempos producto de un derrame de petróleo de la empresa Repsol en el mar de Ventanilla y en la costa central. El avance de la enorme mancha negra viene contaminando la flora y fauna marina de la costa.

La Refinería La Pampilla señala que el derrame se produjo este domingo por el fuerte oleaje que provocó el tsunami que se originó con la erupción volcánica de Tonga mientras descargaba del Buque Tanque Mare Doricum. La Pampilla pertenece a la empresa española Repsol y es la principal planta de procesamiento de petróleo de Perú. 

En un principio, Repsol habría comunicado a OEFA que solo se había producido un “derrame limitado” de 0,16 barriles de petroleo (unos 25 litros) en un espacio de apenas 2,5 metros cuadrados. Pero la primera ministra de Perú, Mirtha Vásquez, declaró que, según información brindada por OEFA, Repsol no solo había dado información inexacta, sino que además no contaba con un plan de contingencia para este tipo de emergencias.

La Fiscalía ha abierto una investigación. Sus peritos inspeccionan in situ por tierra y mar y verifican los protocolos de seguridad de La Pampilla. Según el fiscal Ariel Tapia la alta cantidad de petróleo que hay en el agua difiere de la información preliminar ofrecida por la refinería, la cual señaló que se derramaron siete galones de petróleo.

El ministro del Ambiente, Rubén Ramírez, explicó que “ha habido un derrame de 6000 barriles de petróleo. Repsol, en un inicio, había asegurado que se habían esparcido 7 galones de crudo. A su vez, Ramírez indicó que habrá sanción de acuerdo a la acción u omisión que haya cometido la empresa”.

Por su parte, la Cancillería del Perú culpó Repsol por todos los daños ambientales ocasionados. “Debe resarcir este daño de manera inmediata”, manifestó el ministerio de Relaciones Exteriores.

De acuerdo con el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), el petróleo vertido afecta a unos 18.000 metros cuadrados en el mar. Asimismo, el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) alertó que el derrame “ha comprometido” la Zona Reservada de Ancón y parte de la reserva nacional Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras.

La gerente de comunicaciones de Repsol, Tine Van den Wall Bake, negó que la transnacional tenga responsabilidad en el ecocidio: “Nosotros no ocasionamos el desastre ecológico”, declaró a la radio peruana RPP. Asimismo, aseguró que, tras la actividad volcánica ocurrida en Tonga, se comunicaron con la Marina de Guerra de Perú para informarse sobre una alerta de tsunami en el Pacífico. “Nos confirmaron que no y que podíamos proseguir con la carga”, sostuvo la representante de Repsol. Pero la Marina dice que sí alertó sobre los oleajes anómalos.

Pero el domingo pasado, el presidente de la empresa española Repsol en Perú, Jaime Fernández-Cuesta, admitió que la compañía tuvo un “error de percepción” sobre la magnitud del derrame de petróleo en el mar peruano el pasado día 15, y que recién conoció el impacto del “desastre ambiental” al día siguiente del suceso.

Es una negligencia – explica la experta en medio ambiente Ana Sabogal– que, a pesar de la erupción del volcán en el Pacífico, que causa marea alta, se siga descargando petróleo. “Si la Marina dijo que no había tsunami, eso no es justificación. Es raro que la empresa no haya actuado, porque los planes o estudios de impacto tienen, justamente, muy detallada la hidrología, y esto incluye mareas o movimientos del mar. Aquí, definitivamente, la culpa y la principal responsabilidad es de Repsol”, asegura Sabogal. 

La profesora Ana Sabogal, experta en temas medioambientales de la Universidad Técnica de Berlín y también profesora de la Universidad Católica de Perú, agregó que si se hubiese sabido desde un comienzo la cantidad exacta de petróleo derramado, los daños hubiesen sido “sin duda” menores y el petróleo no se hubiese extendido tanto. 

Las corrientes marinas han expandido el petróleo a lo largo de la costa a más de 40 kilómetros de la refinería, afectando a 21 playas, según el Ministerio de Salud, que recomendó a la gente no acudir a ellas pues tienen calificación “no saludable”. Las brigadas de limpieza del crudo han reemplazado a los bañistas en Ancón y en otros populares balnearios peruanos.

Esta faena se desarrolla en forma manual y nadie sabe cuándo terminará la limpieza en toda la costa afectada. El Ministerio del Ambiente indicó que fueron afectadas más de 174 hectáreas (equivalentes a unos 270 campos de fútbol) en la franja de playas y 118 de superficie en el mar.

Los brigadistas, que iniciaron su tarea el martes, visten trajes blancos de bioseguridad y portan guantes de látex. Usan palas para remover la arena impregnada de petróleo, que es luego llevada en camiones hacia depósitos de residuos tóxicos.