Navegábamos con la vela mayor y un viento de entre 7 y 8 nudos cuando de repente hubo un fuerte estruendo. Al principio pensé que habíamos chocado con alto pero luego me di cuenta rápidamente de que eran orcas que estaban atacando el barco”, ha explicado  Werner Schaufelberger, patrón del velero suizo Champagne (modelo Sun Odyssey 519), hundido a la entrada del puerto de Barbate (Cádiz) como consecuencia de los daños provocados por tres orcas mientras navegaba en aguas cercanas a Gibraltar.

El Champangne realizaba un viaje de entrenamiento de la escuela suiza de vela desde Tenerife a Palma, vía Málaga. Ninguno de los cuatro tripulantes resultó herido pero el incidente fue muy violento y provocó graves daños en la embarcación, con pérdida del timón y roturas del casco que causaron una entrada de agua que no pudo ser resulta ni con la ayuda de potentes bombas.

Los ataques fueron brutales. Había dos orcas más pequeñas y una más grande. Los dos pequeños sacudieron el timón mientras el grande seguía corriendo y luego embistió la nave desde el costado con toda su fuerza”, ha explicado Werner Schaufelberger en declaraciones difundidas por la página especializada Yacht.

El hundimiento del Champagne, ocurrido el pasado 4 de mayo, es el caso más grave de la lista de unos 20 ataques de orcas a embarcaciones registrados desde principios de este año en la costa atlántica de España y Portugal.

El 22 de mayo, en una de las jornadas más conflictivas de la temporada, los expertos del Grupo de Trabajo Orca Atlántica (GTOA), recibieron y transmitieron información de “dos barcos interaccionados, uno al norte de Tánger, remolcado, y otro al sur de Barbate; mientras que un tercero entra en la zona y tiene dificultades”, indica la página en Facebook de este grupo de científicos.

 “Hablamos de ‘interacciones’ porque en algunos de los casos registrados no son ataques con roturas en los barcos, sino simplemente acercamientos, toques o avistamientos de orcas cerca de los barcos”, explica Alfredo López Fernández, investigador adjunto del Departamento de Biología de la Universidad de Aveiro-CESAM, miembro de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños de Galicia (Cemma) y del GTOA.

La llegada de orcas a la zona del Estrecho de Gibraltar y el resto de la costa atlántica peninsular se inició este año entre finales de enero y principios de febrero, meses antes que en años anteriores. 

Las orcas llegan cuando llegan los atunes, que son sus presas y alimentación, y cuando llegan se empiezan a detectar interacciones con embarcaciones”, explica a La Vanguardia Alfredo López. Este año, los atunes han llegado antes, “pero no sabemos las causas, que pueden estar relacionadas con el aumento de la temperatura del agua del mar”.

Los datos sobre presencia e interacciones se actualizan, en la medida de lo posible, con el objetivo principal de informar a los navegantes y prevenir situaciones de riesgo. “El número de casos de este año empieza a ser importante pero no podemos decir si el problema está creciendo porque hay una gran variabilidad de un año para el otro”, explica Alfredo López.

Lo que sí está claro es que las orcas “están aprendiendo a interactuar con las embarcaciones, es un comportamiento cultural y de imitación que se puede transmitir de forma vertical en las orcas, es decir, de madres y padres a hijos, y también por transmisión o aprendizaje horizontal, es decir entre individuos de la misma generación”, indica Alfredo López.

 Los expertos de GTOA tienen identificadas unas 35 orcas de la población de orcas ibéricas. A simple vista, las orcas ibéricas son iguales al resto de la especie (Orcinus orca) pero los estudios científicos muestran que “son una subpoblación con algunos detalles propios, como el parche en los ojos o el tamaño, menor al de las orcas en el Atlántico norte”, explica López Fernández.

Fuente: Comunidad Náutica