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El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha desatado una nueva ola de polémica tras sus recientes declaraciones sobre el Canal de Panamá, el Golfo de México y Groenlandia.

Las afirmaciones del mandatario han suscitado preocupación en la comunidad internacional por sus posibles implicaciones geopolíticas y económicas, así como por la tensión diplomática que podrían generar.

El Canal de Panamá: Un llamado al control estadounidense

Trump ha calificado como un “grave error” la transferencia del Canal de Panamá a su país homónimo en 1999, sugiriendo que actualmente está siendo operado de manera “injusta” por China. En sus palabras, «El Canal de Panamá nunca debió dejar de estar bajo control estadounidense. Es una vía estratégica y esencial para nuestra seguridad y comercio.»

En un tono que algunos han considerado beligerante, el presidente electo mencionó la posibilidad de adoptar medidas económicas o incluso militares para recuperar el control de esta vital vía de navegación. “No descartamos ninguna opción para asegurar que Estados Unidos recupere lo que nunca debió perder,” afirmó Trump.

Estas declaraciones han generado alarma, ya que podrían poner en riesgo la estabilidad de las relaciones entre Estados Unidos, Panamá y China. Además, cuestionan la capacidad de los países de ejercer soberanía sobre recursos críticos sin interferencias externas.

El Golfo de México: Renombrado como “Golfo de América”

En otro anuncio que provocó incredulidad, Trump sugirió cambiar el nombre del Golfo de México a “Golfo de América”. Argumentó que este cambio reflejaría mejor el “dominio estadounidense en la región”. “Es hora de que el mundo reconozca que esta área es nuestra. Llamarlo el Golfo de América será un recordatorio de nuestra supremacía,” declaró Trump.

La propuesta fue recibida con burlas y rechazo, incluida una reacción pública de la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, quien se rió durante la ceremonia de investidura.

Analistas han criticado esta iniciativa como una medida populista que busca reforzar el nacionalismo estadounidense a expensas de las relaciones con países vecinos, especialmente México.

Groenlandia: La ambición por adquirir un territorio clave

En una postura aún más controvertida, Trump reiteró su interés en comprar Groenlandia, una región autónoma de Dinamarca. “Groenlandia tiene un enorme potencial. Es estratégica y rica en recursos. Sería una gran adquisición para Estados Unidos,” afirmó Trump. No descartó incluso el uso de la fuerza militar para lograr este objetivo, lo que ha generado rechazo tanto en Dinamarca como en la Unión Europea.

“No estamos hablando solo de una compra, sino de asegurar el futuro de nuestro país y nuestra seguridad en el ártico,” dijo Trump al ser cuestionado sobre las implicaciones de esta idea.

Esta declaración no solo pone en entredicho los principios de soberanía territorial, sino también la estabilidad en el ártico, una región estratégica para la seguridad y los recursos naturales.

Las declaraciones de Trump subrayan una preocupante tendencia hacia el unilateralismo y la confrontación en la política exterior estadounidense. Si bien es cierto que el presidente electo ha utilizado el lenguaje de la fuerza y la dominación como estrategia política, esta retórica podría tener consecuencias graves.

Primero, la insistencia en recuperar el control del Canal de Panamá o adquirir Groenlandia mediante la fuerza no solo desafía el derecho internacional, sino que también podría provocar conflictos militares y diplomáticos.

Segundo, renombrar el Golfo de México podría dañar las relaciones con los vecinos de Estados Unidos, particularmente México, un aliado clave en temas de seguridad y comercio.

Finalmente, estas propuestas reflejan una visión centrada en el dominio estadounidense que ignora la necesidad de cooperación global en un mundo cada vez más interdependiente.

EE/S/AF/EFE/CNN/BBC