La expiración del régimen AGOA marca un punto de inflexión en la relación comercial entre Estados Unidos y África subsahariana. La pérdida de preferencias arancelarias no solo reconfigura las cadenas de valor y la inserción industrial africana, sino que también abre márgenes de sustitución para las exportaciones latinoamericanas. En un contexto de rivalidad estratégica entre potencias y relocalización productiva global, América Latina podría capitalizar esta coyuntura mediante acuerdos logísticos y alianzas productivas orientadas al mercado norteamericano.
Por Agustín Musso
Economista especialista en Comercio Internacional
El “African Groth and Opportunity Act” fue promulgado por el Congreso de Estados Unidos en el año 2000 y renovado en 2015 por un nuevo período de diez años. El esquema otorgaba acceso libre de aranceles a una amplia canasta de productos originarios del África subsahariana, condicionado al cumplimiento de criterios de gobernanza, derechos humanos y políticas económicas de orientación de mercado.
En sus más de dos décadas de vigencia, AGOA impulsó flujos de inversión extranjera directa hacia sectores manufactureros, textiles y agroindustriales, contribuyendo a la diversificación exportadora de países como Sudáfrica, Kenia, Ghana, Lesoto y Eswatini.
En 2024, el comercio total amparado por AGOA alcanzó unos US$ 9.700 millones, siendo los principales beneficiarios Sudáfrica (35%), Nigeria (20%), Kenya (10%) y Ghana (8%). Más del 50 % de esas exportaciones correspondieron a productos manufacturados y energéticos, reflejando un cambio respecto del perfil primario de los primeros años del programa.
El 30 de septiembre de 2025, el AGOA expiró entre discusiones del Congreso estadounidense acerca del plazo de extensión de una posible renovación o reautorización. Las discusiones legislativas contemplaban dos escenarios: una extensión de corto plazo (1–3 años) o una reautorización de largo plazo hasta 2041.
La administración republicana de Donald Trump se mostró favorable a una prórroga limitada, argumentando el riesgo geopolítico de un mayor avance de China en inversión e influencia comercial sobre el continente africano. Desde 2020, China supera a EE. UU. como principal socio comercial de África (US$ 282.000 millones vs. 74.000 millones en 2024), con inversiones crecientes en minería y logística portuaria (Mombasa, Lobito, Walvis Bay). Sin embargo, el debate coincidió con el shutdown del gobierno federal y el recrudecimiento de la guerra comercial, relegando la discusión a un segundo plano dentro de la agenda política interna estadounidense.
El impacto inmediato del vencimiento fue la reversión automática de los beneficios arancelarios: las exportaciones africanas pasaron a tributar los derechos correspondientes a la categoría de Nación Más Favorecida (NMF) de la OMC. En sectores sensibles como textiles e indumentaria, esto implicó aumentos de hasta 14 puntos porcentuales en la tarifa efectiva y, en algunos casos, una triplicación de los aranceles. Las prendas de vestir (HS 61–62), por ejemplo, enfrentan tasas MFN de entre 16 % y 32 %, afectando a los países más dependientes de este rubro —Kenia, Lesoto, Madagascar, Tanzania y Eswatini—, donde el sector representa más del 20 % del empleo exportador industrial.
African Business indica que el efecto acumulado del fin de AGOA podría reducir las exportaciones proyectadas para 2029 en alrededor de 0,6 puntos porcentuales del crecimiento esperado, con pérdidas especialmente fuertes en confección, cuero, alimentos procesados, etc. Según UNCTAD, la pérdida del esquema AGOA podría costar entre US$ 1.800 y 2.400 millones anuales en exportaciones y hasta 300.000 empleos directos en el sector industrial y agrícola del África subsahariana.
Este cambio de régimen comercial abre, no obstante, ventanas de oportunidad para América Latina. La pérdida de preferencias africanas en el mercado estadounidense puede generar espacios de sustitución para exportaciones latinoamericanas de manufacturas ligeras, textiles y alimentos procesados, así como nuevas posibilidades de cooperación logística y portuaria con África.
En el contexto actual de reconfiguración de cadenas globales y estrategias de nearshoring, la región puede capitalizar esta coyuntura mediante alianzas productivas y acuerdos comerciales que fortalezcan su integración con Estados Unidos y con el propio continente africano. No es casualidad que China, India y Estados Unidos hayan puesto a África como un nuevo territorio de discusión en la geopolítica mundial.
El cuadro que se presenta a continuación ofrece una panorámica de la estructura portuaria del África subsahariana, un elemento clave para comprender tanto la lógica del comercio amparado por el AGOA como las proyecciones de conectividad futura del continente.

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