Para recuperar todo lo perdido debemos trabajar día a día en el rescate de nuestro querido ferrocarril. Que todo lo vivido sirva para que ningún gobierno, político u organismo internacional nos vuelva a decir «ramal que para ramal que cierra»
Por Sergio Rojas (*)
Queda solamente un año para que se cumplan las tres décadas desde aquel día en el que nuestro querido país, dejaba de tener servicios ferroviarios de pasajeros que comunicaban diariamente nuestras provincias con la Capital Federal.
En estos 29 años todavía seguimos teniendo, en algunos casos, la misma percepción de que para un sector político, el sistema sigue siendo un gasto y no una inversión que repercute directamente en las economías regionales y obviamente en la nacional.
En los años 90, desde los medios de prensa y el poder político que gobernaba por entonces, se escuchaba decir, día tras día, la suma millonaria que perdía el Estado por tener funcionando el sistema ferroviario.
Fue así como, en agosto de 1989, durante la presidencia de Carlos Menem, se promulgó la Ley 23.696 de Reforma de Estado, que proponía la privatización o concesión de las empresas del estado. Posteriormente el decreto 666/89 dio cumplimiento a esta normativa, y entregó en concesión los ferrocarriles.
En este punto en particular leemos la palabra concesión, y esto se lo debemos a la gran labor llevada adelante por el Diputado Nacional Lorenzo Pepe, que con su lucha pudo cambiar privatización por concesión. De otro modo los bienes inmuebles, equipamiento y material rodante se hubiese vendido y el Estado nunca más podría haberse hecho cargo nuevamente del sistema ferroviario.
Si uno habla de decretos relacionados al sector ferroviario, todos vamos a coincidir en que el más nefasto y destructivo que existió fue el 1168/92, que ordenó una abrupta disminución de los servicios a partir del 31 de julio de 1992. Luego, el 15 de diciembre de 1992, se firmó decreto 2388/92 que prorrogaba el fin de los servicios hasta el 10 de marzo de 1993.
En estos últimos 29 años los ferroviarios han sido marcados profundamente y cada experiencia vivida se debe tener presente y debe ser recordada para que cuando algún sector político quiera repetir decisiones como las tomadas, se pueda decir Nunca Más.
Uno siempre toma palabras que a uno lo marcan, y es así como la frase «Memoria para recordar«, la brindó en unos de los congresos Latinrieles, Omar Maturano, secretario general del Sindicato La Fraternidad. Maturano utilizó esa frase para que a los ferroviarios nos le vuelva a pasar todo lo que padecieron en la década del 90. Como me pareció una frase justa y contundente, la utilizo para remarcar situaciones que se han vivido y reafirmo «Memoria para recordar«.
Memoria para recordar que este plan para el sistema ferroviario se vino delineando desde el año 61, profundizándose en el año 79 (con el ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz) y logrando lo que pretendían las políticas neoliberales y del Banco Mundial durante la presidencia de Carlos Menem.
Memoria para recordar que los medios de prensa encabezados en ese momento por Bernardo Neustadt nos decía diariamente «…Doña Rosa Usted…» y nos trataba de explicar que el Estado no debía mantener el sistema ferroviario porque daba pérdida. Calculo que por tanto delinear esa línea editorial solamente podría «dormir solo tres horas por día».
Memoria para recordar que el propio decreto 1168/92 decía en uno de sus considerandos «…que, de los análisis de demanda efectuados, resulta que la oferta de servicios de transporte ferroviario puede ser reemplazada por el autotransporte de pasajeros mediante la incorporación de nuevas unidades y la redistribución de las existentes…«, si, así como lo lee ese Estado destruyó un sistema para favorecer directamente a otro.
Memoria para recordar que más de 300 pueblos desaparecieron luego del corte de los servicios ferroviarios de larga distancia e interregionales.
Memoria para recordar que este proceso dejo más de 75.000 trabajadores ferroviarios fuera de ferrocarril.
Memoria para recordar que mientras en 1947, la red ferroviaria total era de 47 000 kilómetros de longitud, quedo reducida a solo 18.000 kilómetros operativos, de los cuales unos 4.000 fueron para pasajeros y el resto para cargas.
Pero siempre debemos tener una visión de lo que se está viviendo en el sistema ferroviario y hoy más que nunca tenemos que hacer valer la frase del secretario de la Unión Ferroviaria, Sergio Sasia, «Es la hora del ferrocarril» y si la perdemos nunca más tendremos la posibilidad de aprovechar que hay decisión política clara y concreta para la recuperación de los servicios de larga distancia y regionales; con la incorporación de nuevo material rodante, más inversión en la industria ferroviaria nacional, incorporación de nuevas tecnologías y lo más importante la mejora constante en la capacitación del personal ferroviario.
Esto es un desafío de todos los que integramos el sistema ferroviario, tenemos que dejar de lado si está presente el Estado o el privado o ambos; la única forma de recuperar todo lo perdido es trabajar día a día en el rescate de nuestro querido ferrocarril y que todo lo vivido nos sirva para no permitir que ningún gobierno, político u organismo internacional nos diga que «ramal que para ramal que cierra».
Si todo el sector ferroviario sigue trabajando codo a codo, desde el gobierno nacional, los gobiernos provinciales y municipales, los sindicatos y empresas, se logrará una vez por todas que el tren sea el actor principal de nuestra economía y crecimiento. Fuente: Transport & Cargo. (*) Sergio Rojas es especialista en temas ferroviarios.