Especialistas en economía de la Bolsa de Comercio de Rosario, conformados por Francisco Rubies, Bruno Ferrari y Julio Calzada, han emitido un informe detallado en el sitio web de la Bolsa, destacando que después de un año 2022 marcado por un crecimiento significativo, la economía argentina se enfrenta a dificultades que están complicando el panorama macroeconómico.

Los analistas señalan que diversos factores están contribuyendo a esta contracción económica. La combinación de una prolongada sequía durante los últimos tres años, el proceso electoral en curso y una alta inflación están afectando negativamente la actividad económica del país. 

A pesar de la recuperación post-pandemia que se aceleró y mantuvo durante todo el 2022 con tasas de crecimiento notables, se han manifestado signos negativos en los últimos dos trimestres, caracterizados por una marcada disminución en las tasas de crecimiento interanual.

Uno de los aspectos más preocupantes es la escalada inflacionaria, que ha alcanzado niveles no vistos desde finales de la década de 1980. Además, la pérdida de reservas se ha convertido en una fuente de presión sobre el tipo de cambio oficial, contribuyendo al surgimiento de una brecha cambiaria.

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) registró una caída interanual del 5,5% en mayo, marcando la caída más pronunciada desde octubre de 2020 (-7,3%). Es importante destacar que en octubre de ese año la situación era inversa, ya que el país estaba emergiendo de la recesión provocada por la pandemia. Desde entonces, se experimentó una recuperación mes a mes.

El año 2023 ha presentado desafíos adicionales tras un 2022 de consolidación del crecimiento. La economía se encontró con signos de agotamiento, reflejados en la incapacidad de consolidar una recuperación del 2,7% interanual en enero. Las variaciones en la actividad fueron escasas en febrero, seguidas de un leve aumento en marzo. Sin embargo, abril registró una disminución interanual del 4,4%, una tendencia que mayo continuó reafirmando.

Esta disminución en la actividad económica se atribuye en gran medida a la drástica caída en el sector de Agricultura, Ganadería, Caza y Silvicultura, con una reducción del 43,8% en comparación con el mismo mes del año anterior. Este sector, que posee un peso del 8,1% en el índice, contribuye aproximadamente al 3,5% de la caída total. 

La disminución en la producción de cereales y oleaginosas debido a la severa sequía de este año ha sido un factor determinante. Otros sectores que también han contribuido significativamente a la caída incluyen Pesca y Electricidad, Gas y Agua, con caídas del 22,6% y 6,6% respectivamente. En contraste, Explotación de Minas y Canteras junto con Hoteles y Restaurantes lideraron los aumentos, con incrementos del 5,3% y 4,1% respectivamente.

El impacto de la sequía, que comenzó a manifestarse a finales de 2022 y principios de 2023, ha sido agravado por el arrastre de otros sectores. Aunque el Producto Interno Bruto (PIB) experimentó aumentos en el último trimestre del año pasado y el primer trimestre del presente año, la evolución se ha desacelerado notablemente.

Los expertos señalan que el futuro económico a corto plazo de Argentina está estrechamente vinculado a la disponibilidad de divisas. El costo de mantener la actividad económica, la gestión del tipo de cambio y la devolución de la deuda a organismos internacionales han agotado las reservas internacionales en los primeros seis meses del año, alcanzando una cifra sin precedentes de más de u$s 16.600 millones.

Esta erosión de las reservas ha dejado al Banco Central en una posición comprometida, ya que las reservas internacionales brutas se sitúan alrededor de los u$s 24.000 millones, con reservas netas en territorio negativo. Las presiones resultantes están afectando el objetivo de crawling-peg, que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha estado implementando con un tipo de cambio mensual de alrededor del 6,5%. 

En respuesta a esta situación, el Ministerio de Economía ha implementado nuevas medidas económicas, entre ellas una nueva instancia del Programa de Incentivo a las Exportaciones (PIE) que incluye el maíz, así como una devaluación fiscal a través de impuestos a la importación de diversos bienes y servicios.

Se espera que estas medidas tengan un impacto directo en la industria manufacturera, que representa el 18,9% del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) y, por lo tanto, constituye uno de los sectores más influyentes en el índice. Este sector ya ha registrado disminuciones mes a mes a partir de junio, con una tendencia de crecimiento en desaceleración, sugiriendo que podría haberse alcanzado un máximo local de actividad.

Además, la devaluación diferencial también afectará la cotización local del maíz y, en consecuencia, la industria de la carne, donde el maíz es uno de los insumos más importantes. Esto tendrá un impacto directo en la canasta de consumo de los ciudadanos argentinos, lo que podría resultar en una disminución del consumo, otro componente esencial del índice de actividad (con una participación del 12,4%).

En el corto plazo, la economía argentina se verá influenciada en gran medida por las elecciones primarias, lo que determinará en gran medida la dirección de los próximos meses en términos macroeconómicos. Los analistas anticipan que este proceso tendrá una influencia significativa en la dinámica económica del país.

Para más información, se puede acceder al informe completo en el sitio web de la Bolsa de Comercio de Rosario.