En informe publicado por Telam un grupo de mujeres profesionales hablan sobre las tareas de riesgo que desarrollan en la Campaña Antártica de Verano (CAV), llevando a cabo tareas críticas y desafiantes en uno de los ambientes más extremos del planeta.

Desde el Aire y el Mar

Andrea Pate, de 37 años, se unió a la Armada Argentina a los 17 y desde 2011 trabaja con los helicópteros Sea King, jugando un papel crucial en la logística de la misión. Su rol como “mecánica de supervivencia” implica no solo la carga y descarga de equipos esenciales, sino también la asistencia directa a los pilotos desde la puerta abierta del helicóptero mientras sobrevuela los glaciares y mares helados. “Estar acá es un reconocimiento, un premio por lo que trabajás durante el año”, expresa Andrea, quien reside en Punta Alta con su familia y se encuentra en su tercera campaña antártica.

“Los ayudantes somos los ojos del piloto”, relató Andrea Pate a Télam / Foto: Leo Vaca.

En la Sala de Máquinas

A bordo del rompehielos ARA Almirante Irízar, Marisa Rosales, cabo primero electricista de 26 años, y su compañera Georgina Coronel, de 27, enfrentan diariamente los peligros de trabajar con alta tensión. Originarias de Caucete y Punta Alta respectivamente, estas valientes mujeres gestionan y mantienen los complejos sistemas eléctricos del buque, un trabajo que implica riesgos constantes y requiere una precisión y conocimiento excepcionales. “Siempre trabajamos de a dos. Corre riesgo la vida porque manejamos alta tensión“, señala Marisa, quien aspira a seguir avanzando en su carrera.

Mujeres profesionales realizan trabajos bajo condiciones climáticas extremas en puestos “de riesgo” y de “reconocimiento” / Foto: Leo Vaca.

Desafíos en la Base Esperanza

Jaquelina Gutiérrez, una sargento del Ejército de 35 años de El Carmen, Jujuy, relata su experiencia como conductora motorista durante su invernada en la base antártica argentina Esperanza. En un entorno donde las ráfagas de viento alcanzaron los 311 kilómetros por hora y la nieve superó los dos metros de altura, Jaquelina llevó a cabo tareas esenciales como la distribución de víveres y la recolección de residuos. “Me hice fuerte. Dios me dio fuerza. No sé cómo pude pasar todo eso”, comenta sobre su ardua experiencia, destacando el desafío de manejar en condiciones climáticas extremas.

Un Ejemplo de Fortaleza y Dedicación

Estas mujeres, a través de su compromiso y habilidad excepcional, no solo contribuyen significativamente a la exitosa realización de la Campaña Antártica de Verano, sino que también son un ejemplo inspirador de igualdad de género en profesiones tradicionalmente dominadas por hombres. Su valentía y destreza demuestran que el género no es una barrera para desempeñar roles críticos y desafiantes, incluso en los ambientes más hostiles del planeta.

*Fotos: Leo Vaca