Hugo Obregozo, uno de los socios propietarios del Astillero Aloncar S.A, ubicado a orillas del Río Quequén, en entrevista para Data Portuaria, afirmó que “se están construyendo barcos en el país como no sucedía desde hace 30 años” y ratificó que “hay un resurgimiento de la industria naval que es muy importante”.

El Astillero Aloncar no sólo efectúan las habituales reparaciones de embarcaciones de pesca, sino que también se hallan abocados a la construcción de nuevas lanchas para ser destinadas a la pesca en el sur del país. ingeniero naval de 60 años, es también armador pesquero, en sociedad con el marplatense Guillermo Soldini.

Ambos poseen dos embarcaciones que pescan en el sur del país. Y juntos reactivaron lo que durante 30 años fue el Astillero Vanoli. Lo hicieron en sociedad con Sergio Vanoli, quien volvió de Puerto Rico, donde se hallaba radicado. Este último es hijo de Anibal Vanoli, el fundador del astillero, ya fallecido. Primero firmaron un convenio para hacer uso de las alicaídas instalaciones. Y posteriormente adquirieron el establecimiento, que tiene a Obregozo como socio gerente.

Hoy el astillero luce diferente a lo que era hace tres años: cuenta con un prolijo cerco perimetral, modernas oficinas y galpones reacondicionados, al tiempo que se observa un constante movimiento de operarios. Trabajan allí unas 120 personas, entre los 40 empleados de la firma y los contratistas.

En la actualidad Aloncar está construyendo cuatro lanchas nuevas. Una de 29 metros de eslora, que será botado en enero y que operará en Puerto Madryn. Los otros tres barcos artesanales, de 13 metros, serán utilizadas para pescar en Rawson.

Fue todo un desafío animarse a construir estos barcos y requirió un aprendizaje. “Vamos bien, tenemos que mejorar el ritmo de trabajo, pero tenemos muy buena ingeniería y mano de obra. Se trabaja en armonía. Convivimos trabajando unas 120 personas. No hemos tenido ningún conflicto laboral y ningún problema con los contratistas”, recalcó el empresario, quien puso acento en que “si se lograra contar con personal calificado, se garantizaría la continuidad” de esta actividad.

Hoy por hoy a ese personal calificado “hay que hacerlo” a medida que se va trabajando Si bien hay una gran demanda laboral en el rubro, para determinados trabajos cuesta conseguir operarios. 

El tema ha sido abordado por Obregozo con otros empresarios y funcionarios municipales, al hacer consideraciones sobre el sistema educativo. A su criterio, más allá de las cuestiones técnicas, en la educación debe ponerse acento en la formación integral, en el aspecto humano, promoviendo valores y sentido de responsabilidad.

Quienes se forman deben ser “personas de bien”, enfatizó el empresario, ya que “a veces se logra dar con un obrero calificado, pero surgen problemas de convivencia, por la conducta que tienen”. No son ajenos algunos flagelos de la sociedad actual, tales como el consumo de drogas y alcohol, sumados a cierta irresponsabilidad y falta de compromiso que se observan.

A modo de ejemplo, Obregozo indicó que se hizo una prueba con un plan de inserción laboral de personas jóvenes impulsado desde el municipio, otorgando beneficios impositivos al hacerse contrataciones por seis meses. “Probamos con 10 jóvenes y sólo quedó uno. Y eso que no hubo una gran exigencia, se les encargó tareas sencillas que pudieran realizar”, lamentó. Por eso hoy , más allá del conocimiento o no que tenga un empleado, hoy privilegia “que sea una buena persona”, a la que se pueda brindarle formación.

Obregozo está trabajando nuevamente en Necochea, de donde tuvo que irse años atrás, debido al declive de la actividad pesquera Se fue primero a Mar del Plata y luego al sur del país. Siempre con Guillermo Soldini. ”Es un marplatense que toda la vida ha trabajado conmigo, que siempre me acompañó en mis locuras de querer instalar la actividad en Necochea”, resaltó.

Hijo de un tornero que también fue armador, Obregozo estudió ingeniería civil y al recibirse montó un taller que hizo trabajos para la puesta en marcha de la procesadora de pescado Bajamar, que había adquirido el grupo Huemul. Luego se desarrolló como armador pesquero, operando con lanchas en Mar del Plata y Necochea.

“Nos tuvimos que ir de Necochea porque nos estábamos fundiendo. Yo había advertido que se iba a acabar la pesca acá y sucedió. Nos fue muy bien en Mar del Plata, armamos una flota de tres barcos, luego anduvimos por el sur. Tuvimos suerte y nos relacionamos con mucha gente del sector”, recordó.

En determinado momento vendieron las lanchas. Pero al poco tiempo volvieron a la actividad, ahora con embarcaciones más grandes, de 40 metros de eslora. Son dos barcos, uno de los cuales acaban de repararlo en Mar del Plata, porque carecían de lugar en su propio astillero, ocupado con lanchas en reparación. De modo que siguen con las dos actividades en forma paralela con Soldini: el astillero y la pesca.

La actividad pesquera pasa por un buen momento, sobre todo en la captura de langostino, que “es como un commditie de alto valor”,indicó, para acotar que “antes se pescaban de 3000 a 4000 toneladas por año y ahora son unas 200.000, lo que generó un boom económico impresionante”, desde hace seis años. “Esto –recalcó- contribuyó en gran medida a que resurgiera la industria naval”.

Obregozo enfatizó que este presente de la pesca genera mucha inversión de capital privado, habiéndose abierto muchos mercados por lo que hay gran expectativa en el sector para seguir creciendo.

El empresario no renuncia a su sueño de que Quequén “pueda tener cierta actividad ligada a la pesca”. En tal sentido reveló que le “gustaría poder generar algún desarrollo, dentro de lo que es el sistema de la explotación del recurso ictícola. Ya sea descarga, procesamiento u otra cosa ligada a la manufactura, lo cual tiene mucho impacto laboral”. Respecto a ello, apuntó “Eso lo vamos viendo con autoridades de Puerto Quequén. Hay que ir despacio y encontrarle la vuelta”.

La caída de la actividad pesquera en la zona, a criterio de Obregozo, obedeció en gran medida a “algunos vicios” que afectaron la actividad. Uno de ellos, señaló, fue el impulso a cooperativas de trabajo que eran contratadas a un menor costo, en detrimento de quienes tenían empleados en relación de dependencia. 

Esto ocurrió en Mar del Plata. “Por eso –recalcó- las empresas de Necochea no podían competir. La manufactura costaba la mitad de precio en Mar del Plata. Esas cooperativas no tenían empleados. Eran monotributistas que hoy no tienen jubilación, ni cobertura médica, nada de nada. Era un sistema perverso. Allí falló el Estado: tendría que haber advertido que se estaba generando algo que distorsionaba el mercado”.

Obregozo mira al 2022 con optimismo. “Tenemos más trabajo proyectado del que podemos realizar”, aseguró, consciente de la necesidad de que Aloncar mejore su perfomance, aunque considera que está logrando el objetivo de ser una opción para la construcción y reparación de buques en la Argentina.

Aspira a que haya desarrollo de la actividad pesquera en Necochea, de modo que los barcos no tengan que ser transportados para ser reparados en su astillero, sino que lleguen a este puerto con carga. Y que, en algún momento queden para ser reparados.

Desde su astillero, Obregozo reflexionó que una asignatura pendiente es “afianzar la relación con Puerto Quequén”, pero manifestó tener esperanzas de que ello suceda.

A su juicio, desde la conducción del puerto se pone énfasis en la generación de divisas del sector agroexportador, muy superior a las de la pesca.

Al respecto, expresó: “Nosotros generamos menos ingresos, pero damos muchísima mano de obra. Habría que compatibilizar ambas cosas. Por otra parte, la agroexportación hoy hace que ingrese mucho dinero, pero también el Estado ha tenido que hacer grandes inversiones en infraestructura para que ello fuera posible” Fuente: Data Portuaria