Los buques salen con la mitad de la carga, lo que provoca enormes pérdidas económicas. También se pone en juego la calidad de vida social y el desarrollo ambiental.

El drama que representa la histórica bajante del río Paraná, algo que no se veía hace más de 77 años, provoca una fuerte preocupación en las localidades que dependen de él para sus actividades económicas, de vida diaria y ambientales; pero también representa un problema para el comercio del país, ya que los buques deben reducir drásticamente su cargamento para poder navegar.

Según la medición realizada por la Prefectura Naval Argentina, el río llegó a -0,20 metros en el hidrómetro del Puerto de Santa Fe. A ello se suma el desa­lentador panorama que reflejan las proyecciones del Instituto Nacional del Agua (INA), desde donde aseguraron que “no se espera una recuperación en las próximas semanas”.

En su alerta por bajante emitida, manifestaron que “prevalece una condición general de disminución de los caudales entrantes al tramo argentino del río Paraná. Los niveles fluviales continuarán en la franja de aguas bajas”. Asimismo, desde el INA aseguraron que “la tendencia climática al 31 de marzo de 2022 es desfavorable”.

Cabe recordar que el río había ganado cierta altura durante diciembre del año pasado, sin embargo, el 2022 arrancó con un descenso brusco, bajando en solo días más de medio metro. Desde el pasado 4 de enero que se mantiene en índices por debajo del cero.

Poco tiempo atrás, desde la Bolsa de Comercio de Rosario informaron que “el bajo nivel del río se viene observando desde septiembre de 2019. Únicamente febrero de 2021 se encontró con un promedio de altura superior a este mínimo de referencia en los últimos dos años”.

La bajante del Paraná tiene la atención de los gobiernos en sus distintos niveles, las cámaras empresarias y las organizaciones ambientales y vecinales, por el fuerte impacto que tiene la bajante en los diferentes sectores.

En el caso económico, solo por poner un ejemplo, el 2021 marcó el nivel más bajo de carga de maíz en tres años debido a la imposibilidad de movilidad del barco con un cargamento superior. Así, solo en unos meses se perdieron también 620 millones de dólares en exportaciones de harina y soja. Fuente: El Diario de Hoy