En una serie de eventos que han marcado un punto de inflexión en el sector alimenticio argentino, Daniel Funes de Rioja, destacado líder de la industria, anunció su retiro de la presidencia de la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (COPAL). 

La decisión, que tomará efecto en la primera semana de abril, surge en un momento de crítica evaluación de las estrategias frente a los desafíos económicos impuestos por las políticas gubernamentales actuales.

La renuncia de Funes de Rioja, de acuerdo a lo publicado en diferentes medios de prensa, se da en el contexto de la apertura de importaciones de alimentos por parte del gobierno nacional, una medida dirigida a combatir el incremento constante en los precios al consumidor. Este giro político ha generado controversia dentro de la COPAL, cuestionando la capacidad de anticipación y reacción de su liderazgo ante las nuevas directrices económicas lideradas por el Ministro de Economía, Luis Caputo.

Fuentes internas sugieren que la salida de Funes de Rioja responde a la presión de las empresas miembro de la COPAL, quienes han expresado su descontento con la gestión de las recientes políticas económicas. Además, se señala un desacuerdo específico con la empresa Arcor, destacando una sensación de malestar más amplio entre los integrantes de la entidad.

Otro aspecto relevante que se menciona es la doble posición de Funes de Rioja como presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), generando preocupaciones sobre la división de esfuerzos y representación efectiva del sector industrial. Además, el bufete Bruchou y Funes de Rioja, enfrenta críticas por su participación en la redacción de legislaciones recientes, añadiendo un elemento de controversia al debate.

Sin embargo, se destaca que la transición de liderazgo en la COPAL no solo responde a las circunstancias inmediatas sino también a un deseo de renovación generacional dentro de la organización. Carla Martín Bonito, actual Directora Ejecutiva de COPAL, está prevista para asumir la presidencia en la asamblea del 8 de abril, prometiendo una nueva era de liderazgo y estrategia para enfrentar los desafíos del sector.

Esta sucesión de liderazgo se produce en un momento crítico para la industria alimenticia argentina, que busca adaptarse a un entorno económico en constante evolución y a las expectativas del gobierno de reducir la inflación a un dígito lo antes posible, mientras que el debate sobre la apertura de importaciones y su impacto en el sector local continúa.