El desarrollo del nuevo oleoducto de Vaca Muerta sigue tomando impulso con la incorporación de Chevron y Shell al grupo de empresas que respaldan la iniciativa. Con su participación, el proyecto adquiere mayor solidez financiera y operativa, lo que podría facilitar la obtención de financiamiento adicional para su concreción.

Vmos, la empresa encargada de liderar la inversión, ya había asegurado la participación de compañías clave del sector, como YPF, Vista Oil & Gas, Pan American Energy (PAE), Pluspetrol y Pampa Energía. Ahora, con el ingreso de las dos petroleras multinacionales, el proyecto se consolida como una apuesta estratégica para potenciar la producción y exportación de hidrocarburos desde la principal reserva de shale oil de Argentina.

Para financiar la obra, Vmos aseguró un préstamo sindicado inicial de US$ 1.700 millones con cinco bancos internacionales, mientras que el resto del financiamiento provendrá de las empresas involucradas. Además, se aguarda la aprobación del Gobierno para que el proyecto pueda acceder a los beneficios del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), lo que podría mejorar las condiciones de inversión y acelerar su desarrollo.

La construcción del oleoducto se inició en enero de 2025, según informó YPF a sus accionistas. Actualmente, avanzan las tareas de movimiento de tierras, la entrega de tuberías y la movilización de contratistas. Se trata de una infraestructura clave para el sector energético argentino, con una capacidad inicial de transporte de hasta 550.000 barriles de petróleo por día, con posibilidad de ampliación a 700.000 barriles en el futuro.

Un modelo financiero sustentable

Según Maximiliano Westen, miembro del Comité Ejecutivo de YPF, el esquema financiero del proyecto prevé un 70% de financiamiento mediante deuda y un 30% de aportes de capital, buscando garantizar su sustentabilidad económica y viabilidad a largo plazo.

El desarrollo de esta infraestructura es clave para la estrategia de YPF de consolidarse como el principal productor de shale oil de la región. Se estima que, para 2027, las exportaciones de crudo podrían superar los US$ 20.000 millones anuales, fortaleciendo la economía argentina y generando divisas esenciales para el país.

Conexión estratégica y proyección internacional

Uno de los aspectos fundamentales del proyecto es su conexión con la terminal de Punta Colorada, en Río Negro. Desde allí, el petróleo será transportado a través de un ducto submarino hacia las boyas de despacho, permitiendo la carga en buques de gran capacidad (VLCC) y optimizando los costos logísticos de exportación.

El impacto económico de la inversión no se limita solo al sector petrolero. La obra generará empleo y fomentará el crecimiento en Neuquén y Río Negro, provincias clave en la producción de hidrocarburos, impulsando la demanda de bienes y servicios locales. Además, contribuirá a posicionar al petróleo argentino en mercados internacionales, particularmente en Asia, donde la demanda de energía sigue en aumento.

Un informe de la consultora PwC dirigido a inversores internacionales destacó que, gracias al desarrollo de Vaca Muerta, Argentina podría alcanzar un superávit energético de US$ 30.000 millones para 2030. Este escenario posicionaría al sector petrolero a la par de las exportaciones agroindustriales en términos de generación de divisas.

Un proyecto con respaldo global

La participación de multinacionales como Chevron y Shell no solo refuerza la viabilidad del proyecto, sino que también demuestra el atractivo de Vaca Muerta como una de las principales fuentes de inversión en energía no convencional a nivel global. Con el avance de la construcción y la consolidación del financiamiento, la megaobra de exportación de petróleo de Vaca Muerta se perfila como un pilar fundamental para el desarrollo económico del país en los próximos años.

Con información de ME/PS/E/MU/EJ/VMN