Un relevamiento del buque Arctic Sunrise de esa ONG ecologista, muestra “el daño de la depredación de los barcos pesqueros en los ecosistemas“.

El buque Arctic Sunrise, de la organización Greenpeace, realizó un relevamiento sobre la explotación pesquera en el océano Atlántico, actividad concentrada en aguas internacionales próximas al Mar Argentino que produce “efectos en los ecosistemas marinos que no permiten su recuperación“, dijo a Télam Luisina Vueso, coordinadora de la campaña de océanos de esta ONG.

La campaña, que comenzó en Ushuaia el 12 de marzo, permitió que la nave se adentrara en el área conocida como Agujero Azul, ubicada a 500 kilómetros del golfo de San Jorge, para observar el estado del ecosistema marítimo.

El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, a través de su proyecto Pampa Azul, explicó que “el Agujero Azul es una región de alta productividad primaria. La zona es área de alimentación de varias especies de gran importancia económica (tales como la merluza, la vieira patagónica y el calamar) y de muchas aves y mamíferos”.

Desde esta cartera nacional también advirtieron que “debido a la abundancia de recursos biológicos, el sector lindero a la Zona Económica Exclusiva registra una intensa actividad pesquera extranjera que se centra en la captura del calamar. El impacto de la pesca sobre la biodiversidad y las cadenas tróficas es en gran medida desconocido, por lo que urge obtener información fidedigna para promover el manejo sustentable de los caladeros y establecer acciones de protección de las especies afectadas”.

Vueso, por su parte, indicó que a la expedición de su ONG le fue posible “verificar el daño que está haciendo la depredación de los barcos pesqueros en los ecosistemas vulnerables en profundidad”, y que en esta zona pescan alrededor de 500 barcos, “a 400 kilómetros de la costa” argentina.

Durante la campaña lograron detectar barcos realizando “trasbordos de mercadería y barcos con registro de actividades ilegales”, que utilizan el método de arrastre con redes para capturar peces e invertebrados en el suelo marino, “barriendo” -de este modo- con el ecosistema.

Si bien la mayor parte de los navíos pesqueros que navegan esta zona son provenientes de China, Taiwán, Corea del Sur y España, “también funcionan con banderas de conveniencia a través de empresas que compran banderas de otros países para hacer lo que quieren“, explicó Vueso.

Activistas de Greenpeace a bordo del Arctic Sunrise documentaron y denunciaron un transbordo en altamar, los cuales facilitan la pesca ilegal, no regulada o no declarada. Desde el agua y con el mensaje Protegé él Mar Argentino, expusieron las prácticas que realizan estos pesqueros a 400km de la Península de Valdés, zona conocida como el Agujero Azul, al límite de la zona económica exclusiva de Argentina.

La coordinadora de Greenpeace también señaló que operan otras naves que proveen servicios como los barcos refrigerados que hacen trasbordos en altamar.

El pesquero le pasa la captura y sigue pescando hasta que se le llena la bodega, mientras los tanque van a los puertos y a los mercados, donde se pierde el control de qué, dónde y cómo se pesca y el impacto en el ecosistema”, detalló Vueso.

En cuanto a los ecosistemas marinos, la ambientalista señaló que si bien “los vemos como algo lejano y oscuro por la profundidad“, en realidad estas zonas se encuentran “llenas de vida y sostienen todo el ecosistema”.

El océano depende de estos ecosistemas “para generar los servicios que le presta al planeta” como la generación de oxígeno, la captura de carbono, y la regulación del clima y el agua.

En tanto, si bien hay multas y sanciones para los barcos que operan de manera ilegal en Argentina, Vueso señaló que este tipo de sanciones no representan “una solución“.

Argentina no puede cargar la responsabilidad de salir a patrullar todos los kilómetros ribereños para echar a los barcos, estamos hablando de dimensiones muy grandes“, explicó Vueso.

Estamos exigiendo que se firme un tratado global por los océanos para salvar esta falta de gobernanza y para tener las herramientas para proteger esta zona, que no tiene regulación” internacional, concluyó la coordinadora. Fuente: Telam