Estos eventos sin precedentes arrojan luz sobre las profundas transformaciones que está experimentando el continente helado y su impacto potencial en el equilibrio global del planeta.

Redacción Globalports

En medio de crecientes preocupaciones globales sobre el cambio climático, la Antártida revela alarmantes hallazgos: una drástica reducción de su capa de hielo marino y la ola de calor más intensa jamás registrada.

Según el Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve (NSIDC), el 10 de septiembre de este año, el hielo marino antártico llegó a una extensión máxima anual de 16,96 millones de km^2, la más baja registrada desde que comenzaron los relevamientos hace 44 años. Además, el NSIDC también destaca que, en contraposición, el Ártico ha alcanzado su sexta extensión más baja del hielo marino en 45 años. Esta pérdida de hielo marino expone a las costas antárticas a posibles desestabilizaciones por las olas, que a su vez pueden llevar a un aumento catastrófico en los niveles oceánicos.

En un contexto adicionalmente preocupante, un grupo de científicos de la Universidad de Washington, liderado por Edward Blanchard-Wrigglesworth, ha documentado en marzo del 2022 lo que se considera la ola de calor más intensa jamás registrada en el planeta. Las temperaturas en la costa del Domo C, que típicamente rondan los -54°C en marzo, experimentaron una alarmante anomalía, llegando a -10°C. Blanchard-Wrigglesworth señaló: “Era muy evidente que se trataba de un acontecimiento extraordinario. Encontramos que la anomalía de temperatura, que era de 39 grados, es la más grande jamás medida en cualquier parte del mundo”.

Este inusual fenómeno climático comenzó con unos vientos atípicos que permitieron que una masa de aire caliente del sur de Australia llegara a la Antártida Oriental en un tiempo récord de cuatro días. Vientos procedentes del norte trajeron consigo humedad excesiva, causando nevadas, lluvias y deshielo.

La combinación de estos eventos refuerza la evidencia del impacto del calentamiento global en regiones frágiles, aunque la variabilidad natural de estas zonas sigue siendo objeto de estudio.

Es imperativo que estas revelaciones sirvan como un llamado a la acción global para enfrentar el cambio climático y proteger nuestros ecosistemas polares, vitales para el equilibrio del planeta.

La Antártida

La Antártida, es el último gran desierto helado de nuestro planeta, cubre una superficie de 13,66 millones de kilómetros cuadrados, aproximadamente 1,3 veces el tamaño de Europa. Con temperaturas que a menudo descienden por debajo de los -50°C, este continente alberga aproximadamente el 70% del agua dulce de la Tierra en forma de hielo. 

Aunque su población fluctúa entre 1.000 y 5.000 personas durante el año, principalmente científicos y personal de apoyo, su impacto ecológico es global. 

La salud y estabilidad de la Antártida son cruciales para la regulación del clima mundial y el nivel del mar, por lo que monitorear sus cambios es vital para entender las dinámicas más amplias del cambio climático y sus consecuencias en todo el planeta.