Redacción GlobalPorts
En el mundo de los cruceros, cada año trae nuevos récords de pasajeros, barcos más grandes y experiencias más espectaculares. Pero en silencio —y con la urgencia que impone el cambio climático— también avanza otra carrera: la de transformar el corazón mismo de esta industria para hacerla más eficiente, menos contaminante y más respetuosa con los océanos que surca.
Así lo muestra el informe Environmental Technologies & Practices 2025, publicado recientemente por la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA), que representa a más del 90% de la capacidad mundial de cruceros oceánicos.
El reporte traza una radiografía de una flota en plena transición: 310 barcos que en conjunto suman 637.847 camas, de los cuales el 73% son pequeños y medianos, con capacidad para menos de 3.000 pasajeros. Y, según el libro de órdenes que proyecta los nuevos barcos que ya están en construcción, esa proporción se mantendrá estable hasta al menos 2036.
Más allá de las cifras, el informe deja en claro que el cambio tecnológico ya está en marcha. En 2018 había apenas un barco propulsado con motores de combustibles múltiples.
Hoy son 19 buques dual-fuel que pueden funcionar con Gas Natural Licuado (GNL) o fuel tradicional, y uno de ellos incluso incorpora capacidad tri-fuel. Para 2036 se proyecta que sean 32 los nuevos buques dual-fuel, de los cuales siete podrán usar metanol, un combustible considerado clave para alcanzar la descarbonización.
El informe revela además que 166 barcos ya pueden conectarse a la red eléctrica terrestre cuando están atracados —lo que permite apagar los motores y reducir emisiones de gases contaminantes y ruido—, y que ese número crecerá a 273 para 2036. Esta tecnología, conocida como Onshore Power Supply (OPS) o Shoreside Electricity (SSE), es vista como una de las herramientas más inmediatas y efectivas para recortar emisiones en puerto.
La sostenibilidad también se extiende a otros aspectos menos visibles pero esenciales de la vida a bordo. Según CLIA, más del 98% de los barcos producen su propia agua dulce en el mar, gracias a sistemas de ósmosis inversa, evaporación y destilación al vacío, lo que reduce la presión sobre los recursos locales en los destinos que visitan.
A esto se suma que 234 barcos (el 82% de la flota) ya cuentan con sistemas avanzados de tratamiento de aguas residuales que superan ampliamente los requisitos del Convenio MARPOL y en muchos casos cumplen con las estrictas regulaciones del Mar Báltico, uno de los mares más vigilados ambientalmente del planeta.
El informe no ignora los desafíos. Solo un número muy reducido de puertos en el mundo ofrece actualmente OPS para cruceros, lo que limita el impacto de la inversión que las compañías ya realizaron en sus barcos. Además, la disponibilidad de combustibles alternativos como el metanol es aún incipiente, lo que plantea problemas logísticos y de costos, especialmente en regiones en desarrollo.
Y aunque el libro de órdenes de nuevos barcos marca el rumbo hasta 2036, nada garantiza que todos esos proyectos lleguen a buen puerto: los avances tecnológicos, los cambios regulatorios y los costos podrían alterar ese mapa en cualquier momento.
Aun así, el mensaje de fondo es claro: la industria de cruceros está cambiando. No se trata solo de nuevos barcos, sino de una transformación profunda de su relación con el entorno.
“Estamos en un punto de inflexión —señala CLIA en su informe—, donde ya no basta con hablar de sostenibilidad: hay que demostrarla con hechos.”
Y esos hechos empiezan a verse: motores híbridos, conexiones eléctricas en puerto, sistemas de depuración de aguas más avanzados, eficiencia energética y una nueva mirada sobre el uso de recursos a bordo.
Quizás los cruceros del futuro sigan siendo colosales y lujosos, pero si los compromisos se cumplen, también serán mucho más silenciosos, eficientes y limpios. Y eso, en un mundo cada vez más consciente de la fragilidad de sus mares, podría ser su viaje más importante.



























